Sobre
el lomo de una nova viajera
la ilusión se fue con cintilla de tornasoles,
pero
regresó la paz hasta besar la tierra
y
todo fue oro de cielo en remontados girasoles
Una
niña de agua danzaba en la copa
como
un sol de lentejuelas relucía sus estaciones.
En
alados trenes viajaban retoños de nuevas rosas,
miel
de centuria cultivada en áureos colmenares.
Clara
enunciación pronunciaba el viento por su boca
y
entre el bullicio de la prisa emergían pobladas relaciones
con
silencio puntilloso de pedregal y suave tosca.
sana
disciplina de contemplar astros acuosos con detalles.
Todo
era rio ebúrneo liberado de sus cauces,
sobre
los meandros el domo de fijos árboles
urdía
con hojas la suspensión de brillante telaraña
en
horas de madrugada más altas que blancas noches.
Imágenes
del tiempo acortaban la distancia.
Ávida
encarnación de diáfanas terrazas,
luces
estelares internas en sus bosques
habitaba
mi boca sus cifradas zarzas
y
su lengua dormida pronunciaba mi nombre.
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