No
hay indicios
que
designen sosiego al alba,
en
estos nubarrones de tarde
encalaron tácitas palabras
sin
ritmo.
Una
sórdida macula
de
temporal guarece.
La
piel del ayer clama
peregrinas
luces infatigables,
buscando
en la mirada destellos lilas
que
enderecen el cauce
del
hostil vínculo que se agiganta.
En
este crudo invierno la palidez del semblante
expresa
los peñascos que direccionan a la muerte.
Ya
las plantas no florecen en las bocas cenizas,
en
esta tarde más gris que oscura.
Como
borrascosas siluetas de magro talante,
vamos
cada uno al refugio aislado,
nada
resucita el vigor en los antiguos labios,
y
en la escena se desvanece la odisea del cortejo.
Nada
percibe la piel en la anestesia del acto,
solo
la distancia fría, tan lejana al tacto del dedo
como
dos cuerpos sin protagonismo
que
no se reconocen en el círculo del afecto.
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Poemas de ricardo alvarez-blog
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