El
viento trepó su fuerza a tu pelo de oscuro membrillo
donde
danza la lluvia su ultima mariposa de vuelo,
un
mínimo gemido tomó la luna como desvelo
de
luz eterna, al abrir tus ojos de imponente castillo.
Tu expandes lo rugoso en liso prado y mirada.
Tus
pestañas vuelan el camino del caballo alado
y
remontas tu ala de vuelo despertando en mi costado
cuando
tu boca suena al armónio de una feliz guitarra.
Tu
cuerpo de claveles despeja mi clara mañana,
donde
la quimera del unicornio no suelta su cuerno
y
el quetzal duerme trepado a tu sueño de recuerdo.
Al
aparecer la flor en tu frente, es mi estrella adorada.
Tus
ojos opacan la risa de la luna en mis costales.
Gruta
de cándida osera hace tu calor en el tálamo,
mis
dedos de primavera reclaman tu piel de gamo
y
mi boca precisa tus dulces sabores
laterales.
¡Amor!
Cuando
estiras tus moradas en besos de puente,
mi
alma multiplica su cifra de serenos duendes.
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