Se aproximan los
hierros
armados con
espadas.
En el dintel del
oro reposa
la puerta que
defiende la entrada.
Te incorporas en
madrugada,
melena de león,
garra de pantera,
dobles de rojas
sabanas
acarician tu
fresco rostro de alborada.
Relámpago dormido
en tu planeta difuso,
me llena el alma
cuando te acaricio.
Te voy limando
saeta de
esmeraldas,
reja de viento
que escala
tu ministerio elevado.
Perderme entre
tus escalas
que suspiran
gemidos y palabras
fundirme en tu
beso que brilla
en batalla sumida
hablas fonema con
tu lengua elástica.
Gestual dinámica
a tu boca golpe de brisa
Ansío la gruta de
tu boca cálida.
Mi mano en diócesis
te abarca
trasparente nácar
de cobriza playa.
Subir en vuelo se
me antoja
al umbral rilante
inquieta lentejuela.
Mi mundo azul
abarcas.
Pupila de fuego,
iris de misterio,
me anego en la
lumbre de tu incendio
aludes níveos van
mi cuerpo derritiendo,
niebla áurea,
leve partícula,
sustancia de incienso
humo que a mi
pecho toca tu leño.
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