El frío trae viejos recuerdos
alusivos,
momentos de amor enardecido,
así como las hojas de un
árbol desnudo
caen al suelo con sus
historias.
Historias de alegre
convivencia,
de cuando estabas como el
rocío en las corolas,
noches de controversias
socavando horizontes con tu
ausencia
y entre tus alas taciturnas
en un corto viaje abrías los
crepúsculos
como una mariposa de fuego.
Tú y yo, cuerpos de
vestigios,
acariciándonos la piel
despojada de atuendos.
despertábamos entre suspiros
y desgarros
con trinar de pájaros que
dormían en tus nidos.
Aún huelo la distancia del
longevo camino,
los aromos de tu pelo
desprendidos.
Azabache de larga cabellera,
es mi paso obcecado que
regresa
a rozar los arrullos de tu
huella
y ni el frio detiene la
marcha,
me siento un pájaro que libre
regresa a su destino.
Sobre tu cabeza cantan los
grillos,
y te oigo desde lejos
taconear la sutil suela.
Mi palabra no te alcanza
lejana briza,
claridad de lámpara dio el
leño de tus pinos
engrosados, de ardiente
trementina,
como si mi boca fuera esclava
tuya
y fueses un volcán de lava
donde la palabra se parte
elástica,
voy reconociendo tu voz
oceánica
y tu tráfago de doncella hidalga.
Me legaste con tus sueños un
campo de rosas
y con el madero maleable de
tus castañas
labré con tu cintura mi
guitarra
y al rasgar tronó hasta la
espuma excesiva
en aquel mar de besos
desmedidos.
Guardé los momentos en una
copa de vino
y quietas estaciones maduraron
el fruto de tu cosecha.
De LLUEVE EL VIENTO EN LOS TEJADOS- A publicarse en julio 2019 - Ed. PALIBROS -
N.YORK - EEUU
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