Cuando oíste el rumor de la ola
y tus pies
entraban al agua salitre
iba
descubriendo
que el glamour
de la vida existe,
al segundo
audaz abierto del momento
cuando retumbó
mi voz de caracola
y mi barullo se
integró con tu remanso/
Te amé al verte
despojada de ropas...
Vestían de azul
tus poros/
Desnudo tu
acogedor entrecejo
como el abierto
camino
de un océano en
dos labios de agua,
arrojando al
precipicio del incierto
el inicio del
mar sin respuesta/
Giraste tu
cabeza con mirada de cita
y comprendí el
valor de tu sonrisa,
como si juntos
de ombligo hubiéramos nacido
con los
esmaltes compartidos del espejo
a construir
todo fragmento de cuerpo/
Nuestros pechos
de distancia adosaron las cercanías
y le contamos a
la vida
que basta
recorrerla dormida
con cómplices
sonrisas animadas/
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