Cercanas son lóbregas y
hondas borrascas
del tiempo donde viven las
leves sonrisas de prematuros
muertos. Ríe a ultranza el filo
nocturno
y asume su espectral palidez
regocijos de venganzas.
Emergen lánguidos niños en la
densidad del humo
del ver incienso, tan
enclenques sus huesos vagos,
insípida carne magra cuando
la consistencia del diente es hojarasca
que estalla contra la
veracidad del impenetrable cuero.
Y allí donde la luz del día
se ofrece a pleno tacto
la tibia calidez circunda
ringleras, hilazas de fría plata
donde reposan el encuentro y
el descanso,
bajo las ramas del ébano se
enderezan ramas caídas
y en pastizales quemados
reverdece lo mágico.
Así como los infantes
enderezan su camino
sin trepidar ante óbices
tramperas desconocidas.
Yo piso huellas en mi senda
recorrida,
mientras abro mis ojos
cegados en mí ante postrer día
con la luz de tu amor y tus
labios otorgados
hallo en esta vida variables
de significados
tal como mis tímpanos,
hundidos y desplomados
han respondido con gracia sin
estampida
y junto al sosiego que
apacigua horadaste mis represas.
De LLUEVE EL VIENTO EN LOS TEJADOS- A publicarse en julio 2019 - Ed. PALIBROS -
N.YORK - EEUU
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