Como una novia celosa golpeaba el
tejado
la inesperada tormenta con ojos de agua.
Traía pupilas de fuego rojo,
color de noche violenta,
doblaba ramas de cedros vencidos
en su paso clandestino.
Barría polvo de caminos,
hojas gravitaban desde picos
de montes torcidos.
Lijaba piedra de acantilados.
Rabiosa percutía vidrios de ventana.
La puerta era vibrar de atabal
en constante retumbar
cólera trisando espejos.
En su alforja traía relámpagos de ira
hastiados,
rayos oblicuos, aristas de cometas.
Todo era precipicio de ángulo acorvado,
irascible insuflaba cabellos de
madreselvas,
azabaches crines de corceles
se hacían filamento de rotas aspas.
Tenía rumor de pastizales rotos,
arena de médanos giraban en volantes
locos.
Termómetro de cumbre gélida,
en la densa vertical trabó cerrojos
saturados.
Se adueñó del cielo y de la tierra,
fracturaba violetas y sueños
machacados.
Tempestad violenta, mi novia de aguas,
con tus pluviales manos abonabas la
tierra,
La semilla fluía maná azada de siembra.
En gravedad te calmas nutriente enagua,
lagrima acuosa dosificada preparabas
las cosechas
para que el hombre recogiera espigas al
alba,
hornando mazapán en la pala de artesa/
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