Hay tanta ternura entre tus ojos
que la luna de melaza ve pasar
los
siglos en tus retinas de oro.
Largos tiempos me han colmado
tus espejos solares, vi caminar
un naranja en los puentes del albor
y rosaledas radiantes abrir tus
parpados.
Mírame mujer, con delineo conoidal
y la seducción sutil que mueve el pétalo.
Llévate en la mirada tu corona.
Cristales azules de tus pupilas,
destellos lacustres muestran
la profundidad de tu alma,
lees los códigos del mirar
y traduces lo que sale de mis labios.
Elástica acróbata, dama trementina del
pinar,
dale a mi boca salitre y su imperiosa
necesidad
las napas rojizas de tus fresas.
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