Apareció el amanecer y en su
largo trayecto
se fue en la extensa cola del
último crepúsculo
el hombre sin sombra sangraba
en sus ojos turbios
no había agua en los ríos que
contuviera el drenaje de los cerros.
En las plazas sangraba la
rutina encorvada de los suburbios
como los dedos helados donde
las tinieblas las sopla el viento
maculando a cada rosa con los
dígitos rotos in crescendo,
espesura de humos son disfraces
sin sustento.
Ya no hay distancias entre
las brumas del deseo,
no distingue el pedestre
luces de fontanas de grisuras áridas,
símbolo de la humanidad donde
jadea el descenso
y el último respiro de bípedos
búfalos se infestan con gusanos de gleba.
Así permanecemos inmóviles
como rocas que circundan profundos valles
do duerme el desconsuelo que
florece en baldosines de calles.
Prioridad de urgencia,
abramos las ventanas luminosas,
cicatrizar corazones rotos y
rescatar de las ruinas la flor más hermosa,
recuperar la magnifica
entidad de la sombra aniquilando tristezas.
ser júbilo de vida en la
simiente que plantará la nueva tierra.
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