Ah, lejana
juventud de mis pies,
te estoy llamando
y no vienes pueril…
Por ti estoy
llorando.
Llorando por mi
paso cansino y fatigado
que no se aproxima
a cinturas bellas deambulando.
Me siento como un
viejo trasto
apenado como
orfebre con oro falso,
inútil como el
acero doblado.
No respondes
juventud a mi llamado
como esos años
venturosos
que me torcías a
los lados
buscando una
certera mirada
que asaetara mi
blanco.
Me dejas campanas
de frío sudario
y el tranco
deshonroso,
Forzándome a
alentar el corazón con ánimo diario.
Que sabio palpite
más que por una turgencia
de encanto,
con alma pura y
sincera
caminando juntos
al paso,
envainando cuatro
pies en dos zapatos.
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