AUN VESTIDO... (RICARDO ALVAREZ).
Recuerdo acariciar
tu silencio mientras dormías,
susurrarle a tu oído
calmo cuanto te amaba,
mirar con perspectiva
de horizonte tu negra cabellera
oteando tu reposo
en la almohada dibujabas estrías.
Verte integra de
cuerpo y hombros desnudos
como la carnal
manzana mordida a dentelladas.
Forma sinuosa,
perfectas curvas bellas
de pera preñada
estirando su vientre de cornisa.
Oler tu piel
aromosa
con la hidalguía
del pino y su llameante trementina
y por tus cejas
caminar el topacio de rosa púrpura
vestido en los
largos brazos de la foresta
con lentejuelas de
aire y agua, de lluvia repentina.
Pero desde que tus
pies partieron en arribo
de mi puerta como
ola bravía
me he quedado sin
tu destino.
El espejo de tu
rostro se ha crispado en
botella rota en mi
memoria
legándome un
insomnio de melancolía.
Hoy mi tinta de
arteria se diluye bajo
el agua de la
gotera gris del techo,
como hueco
irreparable de colosal cráter.
Opto por el día y
no la noche,
para que la cama
me halle alerta
y aun vestido…
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