UNA INFAUSTA PESTAÑA... (RICARDO ALVAREZ).
Ella debiera estar bailando
en una alegre fiesta sin máscara de
brea.
Orquestando sus pies sin pesares
al compás de la música,
iluminada como una floreciente tea.
Con una pura y amplificada sonrisa
descargando el contexto de nodriza,
ampliada como la extensión
del ciempiés ceniciento/
Al despierto muelle esperando
el arribo de su príncipe gallardo
con sueños azules sin niebla de llanto,
en sus ojos pardos de esperanza.
Ceñida en cintura en la estrechez del
viento,
resonando en caracola una voz
de flauta dulce en alabanza,
como su pequeña esfera de nova
incipiente,
que recién amanece con sus postales al
alba
Descalzando su seño en fragante
peperina.
Electrizando su inmaculada sangre
hasta la ultima vena de la pista
en un sábado que la halle
perdida tras la sombra de la semana,
acomodando la distancia
que legó su niñez calva.
Más la adolescencia en ella no danza...
Aun no ha resuelto en sus pies de niña
la gelidez fría en la baldosa del
orfanato.
La inocente flor púber nunca ha
danzado.
Sus pies descalzos y frágiles
soportan la mole apilada en hilera
de los metales impregnados en conjuro,
en una estancia de social indiferencia
que va arrugando sus párpados de
inocencia.
Sus piernas van atrofiando sus venas
al caminar desnuda de piel desollada
el vía crucis de las aceras flojas.
Debajo raspa el rigor de la piedra,
el camino de reptiles en la arena
enlutando su camino tras el pan
prosaico,
a diario empaña sin pureza sus ojos
pardos
que no volverán sobre su paso andado y
seguirán destinados al camino de los
cardos
como un trampolín y puente sádico
donde brinca el salto al aire la danza
ilusa
en los desvencijados camastros
donde quedan restos de labor mortecina
y
en sus ojos pardos diluidos
asoma una pestaña infausta/
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