Ante ti,
árbol del cerezo,
se persigna la noche y
en la expansión de tus labios se
perfuma
la risa con halito que nutre.
Soy testigo del milagro
de esa luz desconocida en tu frente.
Cruel ángel impía…
Criatura del cielo
bajaste con un arpa
cantando en mi mundo/
Soy el ensordecido,
El mutis sin palabra,
El ahogado enardecido,
El rostro que golpea el
viento/
Brazos de remo emergen,
enderezo mi nado
a la inundación de tu latido.
Tierna querubín,
resbalas en los peldaños del aire
rompiendo el umbral de mi sangre
con esos pies divinos/
Dirige tu aliento de destino
al oculto misterio
de mis callados bosques/
Árbol mío,
sol de corazón ferviente,
la ronca luna te nombra
con voz de angustia,
la brisa arrastra suplicas
al espacio perlado que ocupas/
Yo soy el enamorado demente,
la claridad de la sombra
la frase sin culpa.
Ante ti,
árbol mío de pulpa…
Soy la mano que no
esconde
en sus palmas
la suavidad de la
uva,
ni tiño mis palabras
ni corrompo mi boca
al pronunciar te
amo dulcemente/
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