Infinita
razón
tiene la arena para
desnudar tu huella, y
el absoluto racimo
espléndido, imperio del rojo puro,
para emular tus labios.
La paloma blanca y la torcaz montesina,
con
afán y sueño irracional de fantasía,
para volar con alas como
lo haces,
despegando
tus pies desde la mañana.
Y en el enigma que resuelve los colores
de tus pardos ojos
irrepetibles,
en la
línea pura que rodea al meteorito,
junto al cinturón azul de la estrella
sabia,
no pueden
responder la pregunta,.
con la certidumbre que esconde tu
vientre
El
secreto del celeste astral,
creado por la esencia mística en la copa del agua y
del
cristal del vaso real de jade,
sorbido con tu boca de hélice y
esponja.
Y cuando el amor se te desnuda
impune,
sin importar la hora,
empecinado en traspasar
al duro diamante con una mirada
de hacha.
Se desnuda bajo el árbol del
afuera y en el adentro
de
nuestro país de vivienda.
La
balanza de los frutos opimos y
los
árboles fecundos, al emularte se oxidan, y
emerge
el sueño ferroso, como hijo de la furia,
adherido
al amor de nuestras carnes y caminamos,
pegados
como siameses trillizos alados,
construyendo
la transparencia de la gota del rocío.
Infinita
razón el sol
para
envidiar tus pómulos de brillo,
perseguidos
por mi beso delincuente,
celoso
guardián y recatado para que tu boca no
se
envicie y desmande, al mundo caótico y confuso,
creyendo
que tus labios se hacen con la genética de la espuma.
Infinita
razón
las
hadas del camino para borrar tu huella, y
la sangre gris del tomate pálido
agitado de envidia
como la
vela mustia que aspira oír el rumor,
del
secreto de tu llama roja encendida.
Las
aves libres que vuelan la ruta aérea sin frontera
se
conformarían con las migajas y cenizas
del
resto que queda de tus piernas bailando
turbulentas y alegres
sobre
el suelo negro, con tus pies de aroma descalzos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario