Ah,
rumor de caracola,
boca
de abierta ostra
con su
perla nacarada.
irrumpe
el silencio de la roca
en la
voz muda del sereno mar
que
desviste playas
en
blanca seda de molienda.
Muéstrame
paloma mía
la
desnudez de tus templos
cual luna
bella que descorre su velo.
Entra
al ámbar de mis brazos
con tu
cuerpo mojado en danza acuática.
Arrójame
saetas de fuego
con el
llar de tu mirada,
rutilantes
pupilas de encanto
en sus
mágicas aguas bogo, cariz de brújula,
tráfago
libre a mi bajel oceánico.
Al deambular
tus manos purpuras
traeremos
baldones salitres
antes
que el fuego extienda sus dominios
incendiando
vides en los odres de nuestro continente.
Dejemos
quela flama del contenido
exprese
sílabas de algodón que gime
en los
gestos oblicuos de la postura.
Que
vuelen gaviotas de fresco óleo
en sus
paletas de pluma
porque
el arte de amar es arcón de tus tesoros.
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