Observando con parpados
abiertos brillos de estrellas
colgadas en esplendor por
encima de la noche
Eremita paciente, constante
en solitaria naturaleza
floto sobre aguas sinuosa
como lágrimas en enroque.
Riada de piedras desbordas
mis canales al tope
desmesurada invasión supera recodos
y meandros,
ablución nítida y pura en
clerical tarea
insomnios de forestas
invadiendo profundos bosques.
Playas de arena recostados
cuerpos de claridad humana
siento que late en la arena,
suave respirar de mi amada
despierto por siempre para no
hundirme en dulces sosiegos,
idealización o realidad de
gesto sibilino, cúmulo de razas
acopió la sangre y sobre el
pecho amado deposito la maduración de mis manos.
Aun desfalleciendo sobre la
cama real de la muerte
vivo por siempre en sus
máscaras caídas, siempre golpea el sol en sus llanuras
Susceptible quién sabe a permanecer
con las manos juntas
Esa formas de gracia te hacen
más cálida,
pueblas mi soledad vacía
porque estoy lleno a tu lado
contemplando tus ojos divinos
y el amor que es tu beso.
Ese tibio pecho, blanco y
reluciente, placentera moribunda
dame de tu esencia corpórea
con la intensidad de tus átomos
reinventa tus últimos
suspiros que rehabilitaran el signo de mis dedos.
borra de nieblas enquistadas tu
alma, en los propósitos de la vida.
Eres tu, obsesión de mis días
la sensible ambición ciega que me contagia de astros.
De LLUEVE EL VIENTO EN LOS TEJADOS- A publicarse en julio 2019 - Ed. PALIBROS -
N.YORK - EEUU
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