Auguran filosos días que mi
mente tiene recuerdos esfumados,
vestigios de opacidades futuras,
invitación al cenotafio
extranjero, pero yo moriré en
mi tierra nativa,
aquí firmeza productiva donde
pájaros y hombres anidan.
Un domingo trasnochado de
copas gélidas en invierno,
no visitaré el purgatorio
sino la fragua del averno,
la humedad desmembró mi
osamenta
por eso los murmullos no me
alteran,
ni las sogas que aprietan, ni
piedras lapidarias como sables,
tengo el orgullo estable y la conciencia clara prescindente de lejía,
no habrá testigos ni
testimonios sobornables de conclave.
Cuando el campo santo
requiera mi dura presencia tendida
solo estaré en este camino
sin regreso, sin irme ya he vuelto,
bajo una lluvia de granizos,
laberínticas sendas retumba el suelo.
De LLUEVE EL VIENTO EN LOS TEJADOS- A publicarse en julio 2019 - Ed. PALIBROS -
N.YORK - EEUU
Hecho el Depósito según la ley 11-723- registro
de autores.
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