Tendidos sus cabellos
rubiales
en un pajar de pupilas
colmadas,
vi pasear sus curvas baldías,
la cintura habilitada.
invisible era al ojo ajeno.
Acopió en mi piel
la diáspora de sus pueblos,
hecha de luces eternas
con su soledad iluminada
era glauca aurora en sus
cabellos
iluminando el consorcio de mi
abrazo,
La tenue caricia de venas
ribetes de sábanas claras.
Venia con retinas
en detención de chaflanes
tenían sus venas curvas
fluir de acequias constantes.
En somnolencia de monólogo
la lengua era un dilate
de abiertos parpados,
eran sus acalladas manos,
bálsamo de mis heridas.
Exilió del aire mis angustias
con vocación de viento,
soplo de fuelle en su
contexto
carbón mineral que al fuego
moldeó en aguas del alhambra
la sensual curvatura del
disenso.
Era su voz plena la lentitud
cenagosa del barroso cuestionamiento,
tan próxima a mis huesos
como la arcilla de carne
fraguada
era estrépito estertor sobre
la tierra calma,
cenizas al humo del incienso.
Melisma de incendio en
beatitud gozosa,
caudal torrentoso de riadas
en pacífica calma.
mística paradoja las curvas
desnudas
el cuerpo resalta sus
misterios,
fe vórtices huracanados,
ápice de calmo sosiego
sin memoria,
ni gata fuera de tiempo
en ausentes raíces del cielo
yacía entre la luz y la
sombra
transparencias del paraíso
ofrendado la luz del cielo
y en plena redención pondera la
plenitud del silencio.
De LLUEVE EL VIENTO EN LOS TEJADOS- a
publicarse julio 2019 - Ed. PALIBROS - N.YORK - EEUU
Hecho el Depósito según la ley 11-723- registro
de autores.
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