Del fondo de la tierra emerges
como una nota que vibra,
en armonía pastoril apareces.
Crece desde el silencio al distante grito
de antípodas tierras sin nombre
donde repican los bronces en alas
de mensajeras palomas insomnes,
insuflados vientos con semen germinan
en la paciente altura del trigo,
labradas panículas y elotes
acopias en
tu pecho de silo.
Brotas como un tallo florecido en altas torres
que se suspende de los cauces
de este cuerpo que es un torrente,
reguero
de aguas cristalinas,
copioso
sudor nutriente de terrones.
Mientras subes hueles a flores,
a manantiales de fuerza que se yerguen
desde la entraña íntima
de esta tierra hasta las campanas
afónicas del cielo.
Ya no hay más voces que tu silencio
ni más mudeces que tu palabra.
En el fondo de la garganta
somos humo que brota
de un mismo incienso.
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