En esta noche hecha de rocíos y aguas
la luna amatista nos mira desmesurada,
cúbreme amor si ves que al respirar
tiemblo
y colma mi oído de tiernos adjetivos,
que este temblor no cimbre sobre el
alma
ni haya reproche en tus ojos benditos.
Tal vez mi piel reseca precise
humectarse con tu piélago
y me ofertes tus pupilas de diluvio en
la alborada
y sean tus ramales caricias de
privilegio que brindan tus dedos zafiros.
En la noche volátil recorrí densos bosques
de sólidos plintos,
desprendidas hojas caían de cumbres
arbóreas
los pájaros del aire vestían plumas de
aterciopelados encajes.
De longas sendas vienen a mi tus faros
de misterio,
enmárcame en tus retinas de pura plata
que bajo el domo telar del azul cielo
está el refugio que zurciste en lunar
madrugada.
La noche pura se hizo círculo de
luminiscencia profunda,
imagen bucólica de acacias en lento
suspiro
poblaron cabellos áureos hilados en tu
melena de estío
cual si fuésemos los últimos huéspedes
del mundo.
Atónitos espectadores en las astillas
verdes del pino,
flechas musicales derramando sus bemoles en una nota,
cuerdas de liras viendo girar las rosas
sus pétalos ambarinos.
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