Contemplo
el congestionado
laberinto
de tu abrazo,
en la
tarde de los placebos.
Tu sudor
no me es ajeno
en la
frisa del rectángulo/
Soy el
cielo de tu abrazo,
el
ramillete deshojado
que
celebra los cuerpos a diario.
Testigo de
tus llanos,
escriba de
tus colinas,
objetiva
mirada que traspasa
tus
naranjas deseos/
Soy la duplicación
del celebro y
unidos por
el cuero de piélagos
en la
estatura de la pulpa mortal
somos brío
montaraz
en
plenitud de cuerpos satisfechos/
En el pináculo
de mis besos
sentirás
la amenaza de mi saliva
entre tus
dos rayas de ingles oblicuas
donde la luz envuelve tus capullos
tras la transparencia del vello púbico
donde se vislumbra un río que no vacila
en el campo de las tormentosas nieblas/
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