Mi corazón yace fatigado con
tu tormenta,
sacude como pulso tardo y
lento
y hasta mi boca suda por los
poros,
gotas de salitre dulce de tus besos.
Te inclinas en actitud de retoño de árbol renaciente
a mi cuello plagado de amor
y espanto
Tu volumen de carne saliente
trae
las regiones húmedas del oro
femenino,
colmando hasta el hielo de
brisa huracanada
entre mis pelos de trébol
tierno,
donde dejas tus labios en
huella y resguardo
Y mi corazón taurino sigue
fatigado...
Con el placido deleite del
bramido enamorado
bajo tu piel de estruendo y
rayo,
como una furia
edificada de tendones y de cuerdas
de muros inocentes y los
campos inundados entre tus piernas.
¡ Que sabe tu amor de la
sequía ¡
Ni de la sangre en
cataclismo que paraliza.
En cada suspiro rocías la
acequia abonada
en los canales de mis venas
expandidas
y del barro artista de tus
manos de cobre
retornas a esculpirme con la
amalgama
de mi espeso liquido de
canales dibujados,
que camina por tus labios
con mezcla exacta de
alquimia
Para mi corazón
reconstruido,
ya entero y fortalecido.
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