En
la recia tarde
fustigada
de ráfagas
el
alma céntrica del otoño
lleva
entre los arboles danzando.
el
orquestado silencio...
de
maderos de fuego.
en
los brazos horizontales,
equilibra
el incendio del lirio/
En
laderas de volcanes/.
sumerge
su lava al
volumen
de nuestras bocas
que
van preludiando un robo anticipado.
.
En
la llegada del tardío crepúsculo
con
nuestros labios en tramada guarida
ocupamos
el espacio
de
un amante poblado.
Nubes
de pañoletas.
Sonora caracola ebria.
Te aclaras en el humo y
rasgas
violines en las ramas caucas
como
divina melodía
extraída
del viñedo de los suspiros
a
nuestro amor de latido/
.
La
tarde muestra su pecho
de
llama inclinada y
giran en las órbitas
sombras fluorescentes de nova/
Lumínica estrella
bruñida en el primer siglo
de la pasión,
se ancló en las bocas pasionarias/
Amor,
así nacimos,
con ecos de pólvora
plegados al brillo de los cuellos.
Somos el cosmos sensual que asciende
en los hemisferios pesados del beso/
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