Una feroz mano de negra lluvia
Intenta bañarnos atrapados en los
grises,
Se escurre como curioso fantasma de
retrato
Hendiendo sus dedos de lanza casi
imperceptibles
En nuestras pasadas heridas.
Pero está tu boca guardiana en
vigilia
Alucinando mi piel que delira
Como un bálsamo curativo y mí
Cuerpo derrochando sus aprecios
en la cuenca de tus cantaros
Al viaje de mis manos,
maromas del salitre andan
descalzos.
Encaminado al destino de tu boca
Lluvia feroz ya exiliada
Ausente la fuerza de patria
Explota su mínima bandera traidora
Y despoja su vestido impotente.
Con nuestros dedos caminan los labios
supurantes
Y las lenguas en benévolo aquelarre
de triunfante primavera
Sin pausa ni tregua
Con el orden natural desplegamos
nuestras urgencia imponentes.
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