Adiposo
tejido que subyuga acalorado./
Antípodas
de freno y desconsuelo mudo
Atávico
instinto de polución nocturna
Sábana
esmaltada en vanidades...
Pertinaz
anhelo de tu estampa anatomía
Fluidos
en ósmosis y órganos se retuercen
¿O
me lanzo de cabeza a tu Ambrosia?
¿O
me corroe la emulsión de tu pureza?
Desvencijado
y cabizbajo busco a tientas
Vencer
a la tentación que se desnuda
¡Ay.Celosías
de placeres prohibidos!
Locuaz
pórtico de Sodoma faz maquillada
Fugacidades
de esta loca noche mermante que se acaba
e
inicia un culto pagano de fuego en la mañana/
Parábola
que nos lega una sabia moraleja
de
vanidades superadas en nuestras almas, y la celosía...
¿Qué
sabe la celosía del íntimo cubículo sin tabúes?
Cuando
siento la turgencia de tus músculos ornando el esqueleto,
la
polución abre sus muslos claros, de sinuosidad implacable
con
el destino de la pirámide en tus ingles de alimento,
en
los dedos de naturales lociones sin membrana
andan
mis genes sibaritas saboreando tus pechos suculentos/
La
noche se extendió tanto como la arista flexible de la luna
al
éxodo horizontal de un naranja amanecer
tejido,
donde
urdimos dos cuerpos de fervor trazando al infinito
la
prematura nube antes del aclarecer sombrío/
Inútil
freno entre dos montañas corrompidas de pasiones
maculando
las telas de tálamo con icores licuados
perpetuando
una Odisea en nuestro valle estremecido/.
¡Escucha,
mi amor. Zona y cuerpo de Gomorra!
La
nada retiró musitando sus palabras
e
instaló sus nuevas moradas al silencio ardiente de cuatro labios ocupados/
Aun
resuenan laúdes de canto en las mudas aves del alambre,
en
esta mutua tentación carnal, se han caído de los párpados
todas
la lágrimas azules deshidratadas/
Al
confín de tu caricia y tu cara anonadada
la
insana memora del rubor va desvistiendo
sus
telas rosas a las pasiones oscuras primigenias.
En
los corazones sin sobornos navegamos mares de poesía,
en
la adiposidad quemamos la grosura enflaquecida
Con
un crisol de Volcánicos pechos de sustento/
Pedimos
rápido auxilio de hierbas senes y ungüentos
porque
la potencia de la inagotable usina
sigue
el camino de la energía/
¡Que
nos amparen los placidos dolores de un Dionisio sin barrotes!
Porque
el sol se ausentó entre dos lunas de cobres trashumantes
y lo
nocturno con ansia de vampiro, sátiro y sediento
se
incorporó con dientes de ávido caníbal,
en
nuestro amor de carne magra enrojecida/
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