Ella insinúa la
cintura clara del día,
deambula con los confines verticales
de la tierra y en el poniente
se hace fugitiva.
Hasta que la línea nocturna.
se incorpora al oscuro cielo/
Trepa enredaderas en columnas
diáfanas,
estimula el crecimiento en las
violetas,
duplica voces félidas del tejado.
Cuando entra en la forma
de las vocales con su boca expresiva,
consume cinco letras
donde cultiva sus dos rosas/
En la franja saliente del amarillo
oriente,
es la inmóvil orquídea que acecha
con su vista negra el verde
álgido de mis praderas.
Se suspende en el reflejo de mi vista
como una calcografía llameante
escrita entre dos cielos que arden/
Sobre el madero del agua
hace carbón de lápiz y la pizarra
del mundo pierde su forma
en la aparición de su morada/,
Es hilo blanco de telaraña,
suave rama que trepa mis troncos,
se precipita con fijeza
en la charca de mis arroyos/
Pinta vértigo en mis juncos,
agiliza su elemento
en el balance esbelto
de sus pulidos bruños.
Sus contornos no se esfuman
en la reverberación de las estrellas.
Ella dibuja los
luceros
con la forma de sus espejos y
transita mi parpadeo con su piel
de lenidad y pluma/,
Admito que conoce
el instante de mirar con melodía
lasciva
el elote único de mi peso
marlo en efecto de congestionada
sangre,
ella tiene la clave
desde el primo encuentro/
.
Cuando entra en mis pupilas
ya oí el murmullo del aire gimiendo.
Me eclipso en sus
duplicados fresnos y cual
rastreador experto en sus
plantaciones
acuáticas me sumerjo/.
Reconozco el aroma de su último
sépalo
porque ella es
mi plantío de enamorada
en el suelo de su prado o
en la figura de turgencia/
Percato el hilo de su costura
en cada ángulo de su cuerpo,
esquinas de magnética urgencia,
sucumbo en la creación de su
tegumento
bajo el arco de su escultura donde
crecen de súbito raíces de mis dedos/
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