Abrir la víbora
con su glándula de veneno
a su cola traidora
y los ojos que queman,
arrojan ponzoña
a las sandalias del pueblo/
¿Y el veneno?
Que lo tape el riachuelo
con las quemas negras de sus aguas/
De la inocente carne que mordían
en rapto oscuro
con dientes platinados de agujero
el vacío humano
vomitó sus exequias/
¿Y sus odios de acumulados rencores´?
¡Sepultarlos!
Un frío invierno de huesos
inútiles
bajo un glaciar exportado en
su apogeo
al último rincón de los
mundos tiranos/
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