Después
de andar sin pudor
liberando
besos acumulados en exceso
por
las huellas del rojo asfalto transitado,
regresamos
desnudos de labios.
heredamos
la sangre de la tierra.
Volvimos
impúdicos y delgados de besos sembrados
por
la piel de los adoquines prejuiciosos en las calles,
de
navegar los rumores del agua
y
el silencio de la espuma marina.
Del
barro trajimos
la púrpura corriendo en las venas.
Entre
el horizonte del alerta y el sueño
rompimos
los fríos espejos mentirosos de arena
y
con las plantas aplastamos sus vestigios.
¡
Llegamos al hogar amor !
Donde
el rosa se repite en las flores de acuarela.
El
gigante clavel irrumpe el reino de los verdes,
los
jazmines penetran libres
sus
aromas de ventana y
el
sol llega con sus virtudes
antes
que nuestras espaldas.
barriendo
el minúsculo frío
cuando
el invierno hizo
su
estadía de paso inadvertido.
Todos los derechos
cedidos a editorial palibros
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