La amplitud de tus
ojos es el tesoro
que tengo.
El mundo nacarado
de mis praderas
extienden los
derroteros fijos
de las
constelaciones.
De toda la espiga
dorada
fue hecha la
profundad de tus delicias,
centellas luminosas
contornearon tus
caderas y
la sombra de arco
iris trazó tus cejas
azabaches.
Tu eres la suma en
el guarismo
creciente de mi
mundo.
Corazón lila, tienes
la forma del fuego
que se propaga en
los besos
de incrementada anatomía/
No sé amarte sin el
rojo de la pasión,
sin el blanco cálido
del níveo tórrido,
sin la fragancia
que sube del huerto
cavado en las
hondas membranas de la tierra.
Estamos tan
cercanos de llamas
que calientas tus
manos
sobre mi pecho y
enciendes tu fuego
con el roce de mi
cuero/
Ay amor,
tu mirada late por
las sendas
de mis venas cual
esa sápida miel
que tú llamas
lengua.
Lengua floral de
flechas verdes
con la fragancia
del madero
y la forma de tu
esbelto cuello/
Así de intenso,
como yo te amo ni
las palomas
que se arrullan con
su canto
rozan las mínimas
sombras de ese tamaño.
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