Voy viajando por surcos pedregosos
como un rio de piedras
anchas,
sendero de rocas duras
trazadas por el viento.
Cristalino en la mañana
donde los bosques umbrosos
aclarecen por la lluvia
y en los valles fértiles me
deslizo
tierno y bondadoso,
alimento acequias en la casta
majestuosa del trigo,
de mi beben los abrojos
y los pastizales liberados
del apriscos.
Por las noches trémulos
amantes sonoros
musitan a la ventisca de mi oído
apoyando sus azucenas sobre
mis hombros
funden sus manos oscuras y
saltan a la claridad.
En mis aguas hay quietud
sonora de plácidos nidos.
Aguas en sosiego de lagos son
alcanzables
en las riberas que los pies
se apoyan,
como un mármol de tierra
bendecida
corteza de árbol o piedra
seca y dura
viajan por mis orilla la
castidad
de corazones abiertos se
enrocan
con la vida. En el aluvión
inexpugnable
hay pórticos de soles en
obertura,
ritos sagrados que nadie se
anima
sorber el corazón de la
fruta.
me inclino al huerto de
apasionados amantes amores
con este flujo teñido de
purpura
atestado de mil ciudades
difuntas,
pueblos que se despoblaron en
diáspora,
plazas y puertas refundo sin
vitrinas
cuando percibo que las almas
se unifican.
De LLUEVE EL VIENTO EN LOS TEJADOS- A publicarse en julio 2019 - Ed. PALIBROS -
N.YORK - EEUU
Hecho el Depósito según la ley 11-723- registro
de autores.
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