Desnudarte rosa, ir con más
luz a mis quemaduras,
al borde donde las palabras
se inclinan
y tocan la escandalosa
tibieza en tu nido de sol.
A ciegas palpo la indeleble combustión
de tus rayos
tras cien cabalgatas Amazónicas
todo en mi se calcina.
No halla el día su apelativo más
no capitula
existe tras el centelleo que
desgarra la carne cruda,
en neblinas informes de
inmóvil sombra
solo aleteos de pájaros en
los alambres inunda
el silencio partido de voces
con un pabilo que alumbra.
Yace mi silencio erizado y
escucho el rumor de tu boca.
está vacía mi lengua y tu las
llenas, arden como mariposas de fuego
en este volcán que me atasca
de cenizas.
De ti se trata, del pan y la
miel en los toneles de tu savia,
pronuncio tu nombre con
sangre aligerada y penetro tu tersa boca.
Soy aquel que te espera al
alba como el mojón de la roca
que no se distancia y de pié
en la espera se petrifica,
Allí donde dejé las huellas
del deseo sobre tu cima
donde un nido soleado irradia
de luz tu cintura.
No puedo acallar alocados
ruidos que palpitan
Ni las más nimias y silentes
sonidos guturales que en redor
de tu oído son elipses
cimbreantes engullidoras como isocas.
Allí donde dejé las huellas
del deseo sobre tu cima
donde un nido soleado irradia
de luz tu cintura.
Cercana e inviolable rosa
pura de jardines guardianes,
mi cuerpo y el tuyo
llameantes abren mis labios con tu nombre.
Imposible despertarme ver sin
amar hasta tus fresas cálidas.
besando la comunión del apego
se convierten en ti mientras te buscan
exóticas flores en un bosque
a piel desnuda
donde el consenso nos dictan
primitivas ceremoniales,
acariciarnos con manos de
leños y dedos humeantes.
De LLUEVE EL VIENTO EN LOS TEJADOS- A publicarse en julio 2019 - Ed. PALIBROS -
N.YORK - EEUU
Hecho el Depósito según la ley 11-723- registro
de autores.
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