Hoy
dormimos sobre la tierra
cual
salvajes bestias iracundas,
ella
tenía color de noche,
espejo
de escarcha disuelto
en
su cabello,
ojos
de encendido fuego,
rojo
de vino, impulso de tormenta.
Llegó
repentina,
barrió
selvas de telas en el pasto y
armó
de espigas la cama del trigo.
Sacó
relámpagos de su boca,
desarrolló
furiosos luceros
en
su paso celeste.
Hoy
dormimos enroscados
como
un grupo de víboras amantes,
ella
era hoja sobre el aire
remontada
cual mandolina volante
sobre
mi cuerpo silbante.
Nos
ejecutamos creciendo desde el acto
con
fragor de infierno,
con
fuego de abiertos volcanes
derramados
en los labios y las manos eran
fuentes
de agua desnuda,
repique
de campanarios,
sangre
de rio educada
en
la ebúrnea cima del colmillo y
en la sed de salitres oceánicos.
Cenicienta
túnica de azul neblina…
Imagen
de deseo que la batalla ansía/.
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