Admiré
el cielo
cuando
espejado iluminaba sus farolas,
al
temblor ordenado de tu pestañeo/
Rápido
bajaban tus eternos ojos de centella
abonando
la feliz lagrima del agua en la corola/
El
ave de opulenta miga
y
la mojada caracola
desprendían
su firmamento de mador.
¡Pero
elegí tu sudor!
Como
el agua destilada predilecta
de
una lluvia nocturna
y
su repique de cinc picando el techo
mientras
dormía mi noche con tu recuerdo/
Antes
que la sensual risa de la luna
mostrara
su denso esmalte/
conocí
la rama del pino,
su
piña y la trementina
pero
elegí tus brazos de rama
y
tu calma esencia de tilo/
Indivisible
ya era tu cuerpo del alma/
De
todas las hebras,
raíces
y filamentos /
De
la brillante telaraña
que
llega de visita por las tardes,
me
quedé con el sortilegio de tu pelo
y
de los abultados tesoros de mi corazón
elegí
como arca depositaria..
Tu
salvaje corazón de pradera/
La
espesa selva de tu alma guardiana.
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