Se ha desvelado la luna en
un equinoccio y
la tierra confundida
entregó su sonrisa a los
astros amantes
e irrumpió en ti como un diamante,
la piedra respiró
el acua-viva mágica en
estanque/
Estremecido bajo tus pies,
el sol paseó el Ecuador/
El peñasco tocó su cima
impotente, y
dejó las cicatrices de la
antigua roca/
La negra tierra entregó sus
escalas
a tu dulzura de almíbar
condecorada,
con el verde cerillo de las
cosechas encendido
y el negro de bruma
encantado,
se desplegó por tu pelo
en telón de vela corsaria/
Lo sideral partió su arteria
coronaria
y la ceniza se dibujó blanca
en tus dientes de nieve
cuando los peces enamorados
animaron al suelo, abrieron surcos de embriones
plantando tus frutos de
belleza y
las bestias domadas
cultivaron tus jardines de risa/
Cuando lo onírico extendió
su olfato de aromas
mi boca en capullo
se pronunció desde tu pecho embebido/
El silencio se hizo una
tarde de cálido invierno,
estrechó afable en sus
brazos de otoño,
sumergido en tus jazmines
eternos y
las ultimas nieves de una
primavera foránea,
con la luna inclinada,
partida en cuartos, mitades
o plenos...
Comunicó a las sombras
que se quedarían sin la luz
encendida
tras tu velo claro de
primavera florecida/
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