Cuando
te miro
encuentro
en tu cuerpo de morada
el
alimento del cereal en el pan elaborado.
El
espiritu del licor acróbata en tu boca
y
la esenceia de la mesa compartida
donde
tus fulgores de horizontales palabras
suenan
como los sótanos del silencio en el mar,
baja
tu voz su gravedad
como
cristalinas gotas de lluvia y
cuando
sube carga el volumen de los jazmines.
Veo
en tu sangre celeste de estirpe
teñir
el azul sus forestales y
deambular
la paz su mansedumbre de pino calmo
en
la integridad de tus manos coronando en la cocina su homenaje.
Honro
todos tus espacios,
pero
son tus manos de artesa,
obrera
y artista de la jornada
que
electrizan mi blanca mirada
cuando
tu risa esmaltada del verde
pertenece
a las ramas en su ondulada ventisca.
.
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