¡Oh mujer, de espiga y trigo en levante ¡
Nos llegó
el tiempo del macho y de la hembra.
Macho
asnal y ebrio, hembra elástica y felina.
Al eco
sublime del canto de la sirena,
del
peldaño del Olimpo se cae
Afrodita
eclipsada por tu esfinge.
Nos acosa la marea incontrolable
del
océano azabache del cisne sumergido.
Guardián
del paraje, donde nace el beso rojo,
en el
sino de la barca hundida, de su vela,
al telón
acuoso de tus párpados.
Nos sopla la brisa de la sudestada y
el rigor
del tifón a barlovento, en el estrecho submarino,
y a la
hora ceñida en tu ombligo,
mi boca
con pasión de sacramento recorre tus márgenes,
celebrando
cada arista de lana tibia, en tu planeta de alegoría.
Nos roza el momento de la sinfonía del ángel.
En el
minuto acústico, donde el sonido apaga el silencio.
Erguidos
a la cima plana de la puna de atacama
llega la
presencia exacta del segundo.
La
plétora de luz, en el costado claro del sol, y
la
caricia sudada de nuestras pieles.
¡Oh, majestad mía, magia de mujer y pulpa¡
Mujer
hecha de tierra y estanque,
de
glándulas y tendones luminosos.
Con mis
pies de lodo, trepo tus muslos de alga,
con
garfio enguantado de seda y
manos de
terciopelo en las palmas.
Escalo tu
vientre de aurora iluminada
al pico
de los Cárpatos entrañables.
Suelto un
beso de aire con rigor de daga, y
el viento
lo sopla con lenidad de espuma.
En ti
dejo mis labios de pirueta, para volver al rescate, y
A tu
silueta va mi beso amplio y asaetado en arpón.
Para la calma en oasis del macho
turbulento.
en el tiempo de la hembra
victoriosa/
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