¿Dónde Marian tus alas
dejaron de volar?
Quizás en una tarde,
en la distancia de un parque
cubierto de cenizas sin asombro,
donde la carpa de una
calesita
bajó su sombra de apagados
celestes sobre tus hombros/
Tal vez fatigaste tus ya
irreparables construcciones,
de cuando aleteabas sobre
sortijas y nocturnos caballitos,
como un niño,
y hoy deambulas bajo un sol
moribundo,
en un pálido lote
construyendo
tu propio cemento absurdo.
¿Dónde poeta Marian anclaste
la pasión?
Tal vez persiguiendo la
forma y la estructura de la letra,
o en un poema rayando la
tecnología.
Te quedaron trémulas y
vacilantes muñecas
de musa, encerradas en un
cuarto de vírgenes,
hechas de alambre, sin
tendón de risa en apología/
¿Cuándo Marian
esculpiste tu propio
pedestal y tu busto de bronce?
Que artera mano te ungió de
omnipotencia
que a tu razón la conduce la
soberbia,
y a tu humanidad -que hace
necesidad de idolatría-
Tocando una sinfonía
solitaria en disonancia
con Nerónica arpa
desvencijada,
la somnolencia de tu musa se
esconde
en el triste islote donde
enrejaste tu seco manantial.
En tu poesia ya no mecen las
campanas ni titilan
los desorientados péndulos,
de tu amor en progreso
fuiste haciendo del mimbre,
solo hilachas de bostezo
claveles del barro que solo
riman/
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