Hay oquedades y borrascas de
silencio
que no repiten mi nombre.
Umbrosas estrellas con velos
inciertos.
Lunas de tallo soñoliento
adormecen raíces de mi grito.
las paredes del viento reflejan
gélidos espejismos.
Pulso sin latido,
latido de olvido en el péndulo
estático
En este aire poluto mi corazón
se fatiga,
cruel tiempo
va envejeciendo las letras
que arman mi nombre.
Entre manos desnutridas,
inanición de ayuno en mi
rostro,
en este cuerpo sin suerte.
Cada vez más cerca
del precipicio de pájaros
suicidas.
en suave brisa tambalean
entre los densos brazos del
sepulcro.
Mi mirada no halla donde
aferrarse,
en este naufragio de dedos
vacuos.
Sigo sin hallar las palabras
para adelgazar el sonido,
entre los tímpanos de mi amada,
que me legó los instantes
infaustos
crispando los remos de mi barca
con profanas voces que me
aturden,
en el soplo traído del pasado.
Ya no alcanzo el gutural grito
profundo.
Soy sólo resonancia de último
ocaso.
Ella olvidó el dulce amor de mi
materia
y en esta sustancia lodosa aun
persigo
las silabas de mi nombre/
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