El
amor se lleva el escombro
de
todo lo lánguido.
Las
estructuras ferrosas del pasado,
el
lívido desaliento que teje adornos
en
las flacas tumbas.
El
rostro del amor es bello y cálido
no
como esas frías catacumbas
de
capullos gélidos.
donde
la espuma de los pechos
rosados
ardía en las hogueras polutas/
Idolatradas
putas eran cara
de
reinado o vírgenes de acuario
que
no habían mojado sus faldas.
Príncipes
y reyes amanerados
con
la mano del cuchillo hidalgo
en
la hostia bendita lavaban sus pecados.
Cuerpos
de seda aterciopelada,
finos
labios adelgazados a presión.
En
los indolentes atuendos
de
la risa
usaban
máscaras fijas.
El
bélico amor que no se rinde
galopó
en las riendas de Juana de arco,
le
habían dado un alma de lana
y
una mision de puñal ensangrentado.
Se
arrodilló la Madre Teresa al besar
la
mano del Vaticano,
cuanta
deuda hermano
tenían
las fosas de las cúpulas
y
la insigne moneda de su estado
ante
la mujer que azotó la tempestad
del
hambre y hoy yace bajo la tierra
como
un símbolo de prédica
útil
para ornamentados santuarios/
Con certeza que esas bibliotecas lúcidas
la nombran en históricos diccionarios/
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Press Poetry
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