Tu
cuerpo me invade
hasta
enajenar mi sombra
Me
pueblas de tacto y adjetivos
que
atraviesan mis pupilas.
Habitas
mi piel de gemidos y
resides
en el fulgor del grito
Tus
alegre besos caen
como
leños del cielo
en
esta sustancia que estira
en
la tarde su hoguera.
En
la densidad oscura del humo
palpo
tu piel de seda.
Estiro
mis redes de brazos
dando
vueltas como naufrago.
Tú
recorres los hilos de mi senda,
rocías
mis bulbos con tu boca
y
me robas los ojos de la mirada
en
el suspiro del aliento que centellea.
Mojas
mis pestañas con tu lengua
de
vibrante cuarzo/
En
esos iris oceánicos
me
pierdo en sus lados y
me
hallo desparramando semillas
sobre
tu materia de espasmo.
Nos
hundimos en las hojas
barrosas
del tálamo,
te acaricio para encontrarme con mi ternura.
Permanezco
a tu lado y despierto
con
mis palmas recostadas
en
tu cuerpo de leños calmos.
En
la oblicua madrugada
hago
señales de labios en tu espacio
hembra
mía,
sobre
tus ojos cerrados
asiento
mis besos crepusculares.
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