¡ Aquí
está nuestra mesa ¡
En el
cuadrado rosa de nuestra morada,
sobre
el piso telúrico apenas embaldosado/
Con
pan, azúcar, vino, yerba y tabaco,
en
honor a tus ojos de canto
para
resolver
la
penumbra hambrienta de tu estómago
a través de la fragua de tu boca..
Y en la negra tierra fértil del afuera,
la
bomba del pozo, con la napa profunda
y la
noria esforzada
para
resumir tú sed insaciable de ondura/
¡ Aquí
está lo diminuto para ofrecerte ¡
Lo
inmenso para festejar
lo
guardo dentro del horno de mi alma.
Como un
río bravío que corre por mis venas,
como si
la sangre en reposo,
fuese a
estrellarse al borde del precipicio
de tu
barranca de amor azul, mi pequeña calandria/
La cruz
de la andina cordillera
ungió las manos gemelas
sobre
el ágape de nuestra mesa.
Voló un
cóndor con alma de paloma,
desplegando
alas extremas
como dos bandas mediadoras
entre
el amor casi platónico y
el amor carnal
del apetito.
Lo que a
la vista parecía pequeña comida
ahora
es opima abundancia en la mirada.
Ay amada,
Si cada vez que te miro
al borde de la mesa
mis ojos ardieran,
andaría
mi vida buscando la ribera,
con el
ascua fraguada en tus ojos,
cegado
por el fuego/
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