En
tu latiente pecho de llama y luz gemela montesina,
de
bambúes asomando su nudo hembra
en
barranca de línea horizontal,
al
acecho
mi piel
leonina de garras y tus raíces juntas
en
perpetuo amor cuajaron un estío de bestias amantes,
de
volcanes y guijarros con la boca libando los sudores y
las
venas azules de lavas y desechos,
encontrado
nuestras sombras sus terrenos de aire húmedo.
Nuestros
cuerpos de corteza de encino
con el
sabor del canelo
enfrentando
los disparos de todos los perfumes rociados,
de
tanto amor expandido, el madero mordió su hoja azul y
la
savia abrió los pechos de titanes
y los
jugos compartidos.
Amor
casi bélico y enemigo,
piel
crispada de filo,
lúnula
ardiendo en tus uñas de amenaza,
cuerpos
de enigma que presagian futuro instantáneo.
En mi
profunda sentina
tus
manos de femera,
párpado
elegante entre tus surcos de labios
mis
fauces duras de furias y de plata fragor,
de
crisol, vigilia y arco,
de
saeta disparando dulces heridas púrpuras
a
nuestro roce en sacudida.
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