Admiré
el cielo cuando
iluminaba sus farolas
teñidas
con lágrimas de rocío.
pero
elegí tu sudor
como
el agua destilada de una lluvia
nocturna
y fría
que
moja tus pestañas de viento.
Conocí
la rama del pino,
su
piña y la trementina
pero
elegí tus brazos de raíz
y
tus esencias de tilo
plegadas
en tu cuerpo.
De
todas las hebras,
bulbos
y filamentos,
de
la brillante telaraña
que
llega de visita por las tardes
Me
quedo con tu pelo y
de
los ínfimos tesoros de mi corazón
elegí
como arca depositaria
tu
salvaje corazón de lana
y
la espesa selva de tu alma.
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