Mientras
tus ojos me apedrean
con el
ladrillo enamorado del día,
convierte
este minuto en piedra,
más que
piedra... árbol petrificado.
Invade hasta mis zapatos
Desgarra mi piel de cuero
Trepa mis piernas de escalera
hasta mi pecho soñoliento, y
descansa tu travesía de paloma mensajera
en el
follaje denso entre mis costillas.
Mientras
tus manos de otoño me deshojan,
mi ropa obediente se desprende
sumisa de mi cuerpo.
Agótame con tu piel de fresa y paño
Muérdeme la boca
con el marfil a dentelladas, y
márcame en los
labios tus cerezos de primavera
con la púrpura
densa y la hoja comprimida en letra
con un rodillo de
imprenta.
Apriétame hasta que crujan las
costillas
Agítame hasta soltar el
aire de los pulmones y
Revíveme con tu
aliento de pócima en toneladas.
Arranca ese pelo que sobra en mi ceja
con tus
dientes desgarradores
y con
tu mano palpadora
inflámame el ansia debajo de mi
barriga
Hiéreme
cortante,
como el
fruto calado por el hambre,
que mi
cuerpo de arena y cal
se
construye como la avena,
germinando
con tu mirada asomada en la ventana,
la
burbuja de tus ojos de agua y
tus
pestañas oliendo a jabón aromático
Explotando
en derrame de prado resbaladizo
la
espuma burbujeante que suelta tu suspiro.
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