Vienes
a mí a la hora decisiva.
Devorando
trecho y camino,
con
marcha de diosa tierra gigante,
andariega
como rueda tenaz hiladora,
tejiendo
la trama precisa en mi vena de latido y cuello.
Tan
altiva va tu mano clara
en
mensaje de oráculo a míos oídos próximos
Acercándote
con el sol adherido y toda tu piel indescifrable.
Erizándome
hasta los poros tapados con voz aguda, y
tono grave de acorde,
como
violín ronco en una mañana de invierno
con tus
pies sonando como laúd medieval mimado,
Acariciando
el suspiro como nota...
Es
cuando parece...
que mis
manos se alargan por la tarde, y
se encogen por la noche,
entre
el silencio y tu cuerpo cálido adosado..
Tu roce
celestial,
tan
carnal como la manzana madura caída del árbol sangrante
Oliendo
al durazno con el pelón rociado en la piel
y tu
boca de costanera y panorama
pasea
mi cuello deshojado y ya vencido
al acto
natural de tu paso oliendo a rosa viva
Mi
boca, boca mia, carcelera de tu beso y
mi
cuerpo extendido por milagro
prisionero
de tu instante cercano,
Intimo,
de fusión e impulso gemelo,
con los
sexos eslabonados, ambiguos y necesitados.
Tu
derroche de sudor devorado,
tan dentro que no lo distingo de mis
entrañas
Tan
dentro que es la sombra de mis huesos
Tan traspasable como el
aire disuelto merodeando tu boca,
mi alma
penetrable a tu alma de mujer y pura lascivia.
Bárbara
voz del adentro tuyo y mío.
Lago de
germen y génesis del adentro, y
en el externo paladar de catadores
Degustamos
el fruto prohibido y tentador
con
hambre insaciable embelesado. .
Vienes
a mi cuerpo con tanto arsenal de ternura
Que una
fracción que te distraiga me queda el vacío de un fruto calado
Sé,
amor mío, que tu intento es benigno,
ocurre
que traes tanta acuarela clavado en los ojos,
que la
luna se me desparrama entre las mejillas.
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