Agraz
esfera floreciendo en mis manos,
rasgué
mis venas de inmortal piedra
para
anclarte en mis entrañas
y que
seas el zumo de mis mañanas.
En
las orillas de la noche
hasta
tu perenne sombra sabe mi nombre.
las
aves diurnas trinan palabras
de
miel que tu corazón no necesita.
Yo subí
tus pies dentellando con la tierra.
Soy
la mano rocosa que mueve montañas,
la
palma emplumada que circunda tus senos.
En mi
duermes acústico cascabel sereno
con
vibrar lene de lucero.
Llénate
de mi opaca sombra,
deja
en sus alas tu cintura
que
el amor duerme en los pechos
de
este océano en sosiego.
Pon
tu oído al sonar de mi latido
que
en mi sangre de laudes
y
cellos enfáticos de mosto
vibran
con afán sílabas del enebro.
Himno
de mi exaltada locura.
Las
cuerdas de las ramas
son
adelgazadas notas
penetrando
a tu oído,
abierta
ostra la perla es la asignatura
que
orna tus extensas playas.
Arena
perfumada de anises
huelo
el espeso aroma
que
exhala tu sueño de bramido,
hago de mi
pecho tu nido
y entre hebras
de tu pelo beso sus áureas raíces.
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