Hoy quiero partir un rayo con mis rodillas,
doblar la viga de acero en redor de mi
cintura,
morder los silencios de mi opaca sombrilla
y rumiar los pastos fríos del pasado
invierno/
Morir sobre una piedra sin escultura,
incrustar mis pies en la punta
de una pirámide con mermada brisa/
Pero estoy vivo entre los remolinos del
silencio...
Sigo caminando con mis muletas libres de
anclaje,
tambaleo bajo una lluvia de guijarros que
arde,
busco un charco desnudo, secuestrar el lado
púrpura de la luna
con una mano y con la otra bajar un astro de
incendio
como un suave tormento en dos brazos
fustigados/
Tomo múltiples respiros para no ahogarme en
mi propia sangre,
me siento sobre una lata de enroscados
alambres
y aguardo el paso del aire como retrato sin
aliento
para que lleve tu recuerdo hasta la última
ceniza de lamento/
Ya no quiero más golpes en los riñones
ni asaetear mi corazón con otros amores/
Hoy decidí esperar que la estrella baje al
charco,
que aparezca una sirena virtual con un racimo
de nenúfares,
sonreír lúdicamente y derribar las
paredes donde erigiste mis tormentos.
Congelar los ladrillos bajo un iceberg
enconado,
seguir la calma huella de mis pies agitados
reposando/
Elijo la mágica locura de soñar con una ilusa
ondina
Buceando al salto del agua y desprendiendo rocíos
celestes.
Tiñendo capullos camuflados en gotas de acíbares,
y en rápida gravedad baje mi lagrima silos de
agrestes harinas/
Te dejé atrás como la orden del martirio de
un edecán,
el planeado ardid de un Rasputín planeando un
gélido verano.
Hoy pongo nuevas flores en mi jardín artesano
y me siento solo a planificar la estrategia
de mis silencios
para reconstruirme dorado desde lo interno,
en la seda curva de un confortable desván/
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