De
resolanas y ardientes crepúsculos hasta la tierra
que
pisas, larga cola de fuego en el ápice de su llama fatal
ardiente
como brasa de leño te envaina, delicado capullo,
beneficiaria
del día desnudo te vez como rosal púrpura
en
potestad astral de la noche en su feudo absoluto.
De
colinas bajas, desvestida de abalorios y engarces,
solo tu
piel sustancia volátil sin peso te sumerges
en las
aguas de mis lagos aturquesados.
Por mi cuerpo pasas cascada de sangre bendita,
toda
entera pareces un labio de miel diluida en mi boca.
Danzante
figura trasvasas horizontes de flamas moldeada en arcilla
como el
pan horneado que recoge la artesa.
Es el
color de tu forma y tus sabores tal como te han concebido,
esclava
del día postergado, mujer de acaramelados resaltos,
fanal de
proyección solar al mediodía, beso que impregna la copa
del
vino, a mi paladar vienes con actitud de
entrega,
son mis
belfos en gentil oferta las últimas uvas de la cosecha.
A
contraluz nítido, glauca fluorescencia abejorro de luz constelada
en redor
mío giras con tus alas de grandes raíces te aferras a los panales
en mi
pecho de sacristía.
Pero son
mis plantas que resisten el golpe salino de oleaje en la bahía cuando los peces
del agua penetran mis redes submarinas.
Cautiva
estás en las celdillas del alma, y mi alma es una saeta
que se
inflama en el instante culmine de forestal armonía,
Cedros y
alerces lentamente desenlazan sus hilos,
dúctiles
peinetas arrastradas por brisa en ambiente de canales
la luna
sigue su antípoda camino y rota en círculo
errante
cercanía
velada de altas estrellas colgadas al poniente en espera de gracia.
Aquí
sopla un vendaval y desliga un brizno áureo al cabello que acaricio.
Creces y
enmarañas mi visión con claros oscuros tu silueta, poblada
de algas
son tus caderas territorio de mi vida,
Eres en
la génesis de mis sueños la más bella flor que despunta,
gloriosa
fertilidad, breve juego de tus ojos faz luminosa,
tu
cuerpo es gleba, plantar de labranza, culto de vendimia
magnitud
imantada las leyes de tu boca nos aparean.
Candela
que a la luz solar nutre, hiedra azul de pérgola clandestina,
oculta
estás a la mirada de tu forma que la diversidad envidia,
soy elección
de tu vida, tengo las llaves mágicas de tus aceitadas cerraduras.
De LLUEVE EL VIENTO EN LOS
TEJADOS- a publicarse julio 2019 - Ed. PALIBROS - N.YORK - EEUU
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