Despierta radiante la flor
secreta del lirio
el movimiento plástico del
follaje no amenaza
el agua que baja de la colina
hasta el río,
y bajo el candil redondo el
castaño descansa.
Un manto de plata en fogonazo
enciende cantos de grillos
y en los valles la mies se
recuesta en rojizas amapolas.
Centinelas caracoles halagan
en susurro tu núbil vestido.
Mientras van atardeciendo densas quebradas pedregosas
acalla el lamento del bosque
y cierta quietud de viento
entre espesos azabaches asoman
puntas de estrellas,
en este opaco recinto inicia
el tosco humo del incienso,
abren los pestillos la descomunal
estructura del vidrio
y los balcones refractan luminosidad
ritual de huellas,
indicios que manifiestan
nueva instalación de estío.
De LLUEVE EL VIENTO EN LOS
TEJADOS- a publicarse julio 2019 - Ed. PALIBROS - N.YORK - EEUU
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